Jorge Palma: translation by Peter Boyle

Jorge Palma, poet and storyteller, was born in 1961 in Montevideo, Uruguay, where he still lives. For many years he has worked for newspapers and radio stations, and has also run creative writing workshops, both poetry and prose. His poetry collections are Entre el viento y la sombra (1989), El olvido (1990), La via láctea (2006), Diarios del cielo (2006) and Lugar de las utopias (2007).

 

 

  

 

 Peter Boyle (b. 1951) lives in Sydney. His first collection of poetry Coming home from the world   (1994) received the National Book Council Award and the New South Wales Premier’s Award. Other collections include The Blue Cloud of Crying (1997), What the painter saw in our faces (2001) and Museum of Space (2004). His most recent book Apocrypha (2009) is an extensive collection of poems and other texts by a range of imaginary authors.

 

 

 

Un Rio Ancho Con Sabor A Otoño

Del rojo al verde
se muere el amarillo    
                   
G.Apollinaire

Tú que tienes la precisión
prendida en la solapa:
¿a cuánto estamos hoy?

El olor de la tierra húmeda
trae en los bolsillos
noticias del mundo:
del rojo al verde
se muere el amarillo;
de mi casa       al mercado
se mueren los niños
en el desierto.

Los noticieros hablan
de la guerra
y el cielo avanza.
Los noticieros hablan
de tormentas de arena
en el desierto
y los pájaros emigran
en mi cielo de otoño.

Mientras enciendo un cigarrillo
mientras la ropa
se seca al sol
se mueren los niños
en el desierto.

Del rojo al verde
se muere el amarillo.

Y las casas son abandonadas
por sus dueños,
y las viudas dejan flores
en la mitad de las camas
y se marchan,
se cubren la piel
con sus trapos de viuda
con sus pañuelos de luto
con sus ropas de humo
y caminan
por el borde del cielo
y caminan por las orillas
del mundo.

En mi patio con macetas
caen flores del cielo
y caen también
pájaros atravesados
por el sonido de la guerra,
y se despiertan las madres
bajo otro cielo
y en los mercados
las frutas, los pescados,
los pregones, no tienen
sonidos de luto,
ni hay viudas huyendo
a las fronteras
ni hay temblores de tierra
ni nadie sacude vidrio molido
de las mantas
ni los curas barren los escombros
de las catedrales y las iglesias
ni en mi cielo de otoño
contemplo esta mañana
la inmensa peregrinación
de ataúdes y pañuelos
que en algún lugar del mundo
se desatan; el polvo, la arena,
el desierto abrasador,
donde dicen estuvo el Paraíso
el Paraíso anhelado
a punto de perderse,
donde un niño sueña todavía
que tiene brazos
una familia, y sus piernas
inquietas de doce años
corren por las inmensas
arenas y salta, busca
nubes, desafía las leyes
de la física, soñando
por las tierras de Ur
a la sombra monumental
de las ruinas de Babilonia.

Del rojo al verde
se muere el amarillo.

Entre tu pecho
y el mío
se muere el amarillo.
entre tus alas y mi sueño
se muere el amarillo.
Entre tus piernas
y las mías
se muere el otoño,
a cuatro metros del cielo
por venir
a cuatro gotas de lluvia
o de rocío
a tres días de un disparo
demoledor y ciego
a dos minutos de la gloria
o el fracaso
a un segundo que aguarda
goteando el alba
tu boca de luz
tu llama
para contrarrestar acaso
ese grito que vuela incesante
entre dos ríos que llevan
la muerte
ese aullido que cruza el cielo
las tormentas el calor
un grito que cruza
el desierto, tu pecho
tu morada
y golpea como un puño
de acero
las ventanas de mi cuarto,
aquí, en mi pequeño cielo
de otoño,
demasiado lejos
de los hombres recién rasurados
que no volverán a sus casas,
de las mujeres
que conversan en la puerta
de un mercado
sin saber que esa noche
dormirán con la muerte;
de los que cantaron
en las duchas
por última vez, hermosas
canciones de veinte siglos,
y no supieron nunca
de nosotros y este río
ni del nombre del río
que nos nombra y atraviesa
con su mansa identidad.

Aquí en el Sur,
donde envejecemos
mirando los ponientes.
 
 

Wide river with autumn fragrance

From red to green
yellow dies.         
                                         
      G. Apollinaire

You with the latest essential
glittering on your lapel,
do you even know what day it is?

In my pockets
the smell of damp earth
brings news from the world:
between red and green
yellow dies;
between my house and the shops
children die
in the desert.

The news speaks of war
and the sky moves forward.
The news talks of sandstorms
in the desert
and birds migrate
in my autumn sky.

While I light a cigarette
while the clothes
dry in the sun
children die
in the desert.

From red to green
yellow dies.

And the houses are abandoned
by their owners,
and widows leave flowers
on the middle of their beds
and walk away,
their skin covered
in widows’ rags
in handkerchiefs of mourning
clothes of smoke
and they walk
along the sky’s edge
and they walk by the shores
of the world.

On my patio with its pots
flowers fall from the sky
and birds fall
transfixed by the sounds of war,
and mothers wake up
under a changed sky
and in the marketplaces
fruit, fish,
the cries of people buying and selling,
don’t bear the weight of any
sound of grief,
there are no widows
fleeing to the frontiers
and no earthquakes
and no one removes ground-up glass
from their shirt-sleeves
and priests don’t sweep rubble
out of churches and cathedrals
and in my autumn sky
this morning I don’t contemplate
the enormous journeys
of coffins and handkerchiefs
that in some place in the world
will fall apart; dust, sand,
burning desert,
where they say Paradise was,
the longed-for about-to-vanish Paradise
where a child still dreams
he has arms
a family and legs,
the restless legs of a twelve-year-old child
who runs across immense sands,
leaps, looks for clouds,
defies the laws of physics, dreaming
in the lands of Ur
in the tremendous shadow
of a ruined Babylon.

From red to green
yellow dies.

Between your breast and mine
yellow dies.
Between your wings and my sleep
yellow dies.
Between your legs
and mine
autumn dies,
in four metres of sky
where four drops of rain
or dew
are falling,
three days from a blind
blast of gunfire,
in two minutes of glory
or disaster,
in one second of watching
dawn fall drop by drop
your mouth of light
your cry
to counterbalance perhaps
the scream soaring without pause
between two rivers
that carry death,
this howling that comes to us
across skies
storms dry heat,
a scream that crosses
the desert, your heart
your dwelling place
and like a steel fist
pounds against
the windows of my room,
here, in my small
autumn sky,
too far
from the freshly shaven men
who will never return home,
from women
chatting in a shop door
not knowing that tonight
they will sleep with death,
from those who have sung in the shower
for the last time, beautiful songs
gathered from twenty centuries,
those who never knew of us
and this river
or the name of the river
that names and crosses us
with its gentle identity.

Here in the South
where we grow old
watching the sunsets.